domingo, 26 de abril de 2015

Fondo Kati

En 1467, Ali Ben Ziyad al-Quti partía de la ciudad de Toledo con su familia rumbo al exilio. Sin embargo, no se iba con las manos vacías. Este noble musulmán se llevó una escogida selección de documentos escritos en hebreo, castellano y árabe a Tombuctú, donde finalmente se instaló. 
Pasados los siglos y las generaciones, esta colección en la que se reúne una parte de la historia de al-Andalus, ha ido aumentando de tamaño hasta llegar a los 12.714 manuscritos. 

En abril del 2012 la ciudad de Tombuctú, al norte de Malí, cayó en manos de los islamistas radicales de Ansar Dine (Defensores de la Fe). Ismael Diadié, propietario del Fondo Kati, un pequeño inmueble construido a principios de la década pasada, financiado por la Junta de Andalucía y donde se encuentran estos manuscritos, se había preparado en baúles para huir y enviar los manuscritos a lugares seguros (casas de familiares o gente de máxima confianza) antes de la llegada de estos grupos. Por eso, con todos los manuscritos metidos en baúles, aunque dejando algunos documentos en el Fondo Kati para no levantar sospechas, huye dejando a su chófer, Baba Pascal Camara, a cargo de la sede. 



Durante dos años, Camara tuvo la visita de los radicales hasta en cuatro ocasiones. Estos radicales, andaban en busca de la "biblioteca judía" para destruirla. Aunque, en mi humilde opinión, lo que buscaban estos radicales era difundir su poder y llamar la atención de todo el mundo para que todos vieran de lo que son capaces.

En cada ocasión, el chófer logró disuadirlos y proteger la biblioteca.  En 2014, los papeles del Fondo Kati  se prepararon para viajar a España tres años del 550 aniversario de la salida del Fondo Kati de Toledo. Se ha llegado a un acuerdo con tres ciudades, Jerez, Toledo y Tarifa para finalmente volver a su sede en Malí. Este proyecto cuenta con la colaboración de DKV Seguros y Amparo Ferrando, diputada por Alicante. Incluye la digitalización de los manuscritos para garantizar la perdurabilidad de su contenido y no volver a peligrar su desaparición. 
Así, podremos estudiar todos estos documentos que finalmente, podrán ser encontrados en nuestro país y deleitarnos con los manuscritos que, alguna vez, pertenecieron a nuestra tierra. Todo esto gracias a Ismael Diadé que ha cuidado de ellos como si fuesen su propia familia. El importante patrimonio documental de Tombuctú ha logrado salvarse de diversas situaciones adversas del pasado y del presente. Se dice que muchas familias conservan antiguos manuscritos, porque "hay que dejar que la historia se cubra de polvo". 





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